Natalia Lafourcade enamora con ‘Cancionera’, un homenaje íntimo a la música

El viernes pasado, el Teatro Metropólitan de la Ciudad de México se llenó de magia. Más de 3,000 personas fueron testigos de cómo Natalia Lafourcade, con su guitarra en mano y un corazón abierto, dio vida a su nuevo álbum Cancionera. En un concierto de hora y media, la cantante de 41 años no solo compartió su música, sino que entregó “el alma de sus letras” en un espectáculo íntimo, surreal y profundamente mexicano.
“Estoy aquí para celebrar la canción, qué haría uno sin la canción y las canciones (…) Hagan lo que quieran, esta noche no es mi noche, es suya”, confesó la mexicana mientras sostenía “el mezcal de las flores cancioneras” con los aplausos del público de fondo. Con esas palabras, Natalia invitó a todos a ser parte de un viaje musical que fue mucho más que un concierto: fue una celebración de la vida, la identidad y el amor por México.
Un Escenario que Respira México
Desde el primer acorde de Cancionera, la canción que da nombre al álbum, Natalia transportó a su público a un universo vibrante y poético. Inspirada en la protea, una flor que simboliza transformación y resiliencia, la cantante abrió el show con una energía que mezclaba lo nostálgico con lo renovado. Cambió el luto negro de su gira anterior por un vestido rojo brillante, evocando la fuerza de una diva de la Época de Oro del cine mexicano, como María Félix.
El escenario, minimalista pero cargado de simbolismo, reflejaba la esencia de Cancionera. Con toques monocromáticos y una actuación casi teatral, Natalia trajo a la vida el blanco y negro de las películas clásicas mexicanas, mientras su voz y su guitarra llenaban el teatro de emoción. “Este teatro me ha mirado crecer, tenía 19 años cuando lo pisé por primera vez, estaba muy chiquita”, reveló, recordando los días en que En el 2000 la catapultó a la fama.
La Guitarra, Su Gran Aliada
Acompañada únicamente por su guitarra, Natalia creó un espacio íntimo donde cada canción contaba una historia. Con un sorbo de mezcal, viajó al pasado para interpretar Soledad y el mar, uno de los temas más queridos de Musas (2017), que supera los 115 millones de reproducciones en Spotify. También dio nueva vida a clásicos como Amarte duele, Nunca es suficiente, El lugar correcto y Mi tierra veracruzana, conectando con el público a través de su voz cálida y honesta.
El concierto fue un recorrido por su carrera, pero también por sus raíces. Crecer en Veracruz dejó una huella imborrable en Natalia, y eso se sintió en cada nota. “A mí me gusta mucho ser mexicana”, exclamó antes de entonar Mexicana hermosa, una declaración de amor a su país que resonó en todo el teatro.
Un Homenaje a la Esencia Mexicana
Cancionera no es solo un álbum; es un tributo a la música que ha dado forma a México. Entre las canciones del repertorio, se colaron ecos de las rancheras de Chavela Vargas, los boleros de Agustín Lara y el son jarocho de temas como El coconito y La bruja. Cada interpretación fue un recordatorio del México que Natalia admira, un país de tradiciones profundas y emociones a flor de piel.
La cantante también compartió un reflejo personal sobre su nueva etapa. “Entrar a la década de los 40 se ha convertido en una época muy existencialista, pero creo que se va poniendo mejor la cosa”, concluyó con una voz esperanzadora, antes de cerrar la noche con Mascaritas de cristal.